La novela 'Lluvia amarilla' se convierte en monólogo teatral. El texto de Llamazares llega hoy al Teatro Principal de Donostia interpretado por Chema de Miguel
«Con la muerte de Andrés desaparece el último habitante de Ainielle, un pueblo del Pirineo de Huesca». Éste podría ser el doloroso resumen de la novela de Julio Llamazares, La lluvia amarilla. La publicó en 1988 y se convirtió en uno de los grandes éxitos editoriales de aquel y siguientes años.
Y fue una gran sorpresa para el autor, que así lo reconoce: «Yo no apostaba mucho por ella; me refiero desde el punto de vista comercial. No hay que olvidar que, cuando apareció en las librerías, España era posmoderna y nada quería saber de su realidad».
La compañía madrileña [in]constantes teatro, se ha atrevido con este texto que, según el director del montaje, Emilio del Valle, «nos sitúa ante una gran metáfora a partir de la cual podemos reflexionar sobre la memoria y el olvido, la voluntad, el tiempo, la naturaleza, la identidad y el abandono».
El gran tema que plantea Llamazares en su texto es, para Del Valle, «uno que ha tocado a distintas comunidades del mundo entero y que las ha unido a través de la literatura: la despoblación rural, el abandono completo de cantidades enormes de pueblos y aldeas, dejándolas pudrirse de soledad. En 'La lluvia amarilla' pareciera que la naturaleza, en su ciclo eterno, destruye al hombre y no al revés».
La función se presenta como un monólogo, interpretado por el veterano y buen actor Chema de Miguel. A su lado el músico Francisco Lumbreras, que acompaña la acción con los sonidos del didgeridoo, un instrumento de viento ancestral utilizado por los aborígenes de Australia.
En escena el personaje de Andrés, «un solitario que se ha quedado fuera del intercambio humano y, en términos políticos, una figura marginal en periodo de desintegración», dice el director de la pieza. Para Llamazares, con el paso al teatro de su texto, «se ofrece a los lectores, espectadores también ahora, una nueva expresión de la tragedia de Ainielle, que es la misma de tantos pueblos españoles».