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Sala Kubo

Una Bienal sin arquitectura

Iñigo Domínguez 15/09/08

La cita de este año en Venecia olvida los edificios y se centra en la experimentación

Ya van 11

La undécima edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia se inauguró oficialmente el pasado sábado y, hasta el 23 de noviembre, aspira a ir Más allá de la arquitectura, ése es su título. El comisario de este año, el norteamericano Aaron Betsky, director durante cinco años del NAI de Rotterdam, el Netherland Architecture Institute, opina, sin rodeos, que «la arquitectura no es edificar. Es algo más, es el modo en que pensamos y hablamos sobre los edificios, cómo los representamos, cómo los construimos».

Betsky se lamenta de que el arte de idear edificios está irremediablemente encorsetado por el hecho práctico de que sirve para hacer casas, oficinas o supermercados, y sólo brilla con su luz originaria «cuando un rico quiere una casa o un museo como mero artefacto cultural». Por eso propone recuperar «espacios fabulosos».

Se ve de inmediato en la instalación de bienvenida del Arsenale, Hall of fragments, de Rockwell, Jones y Kroloff, que con monitores en la oscuridad ofrece cien películas que han inventado o recreado espacios arquitectónicos, desde Metrópolis a Blade runner. Luego se abre la puerta a la experimentación con los 23 estudios seleccionados por Betsky. La segunda zona expositiva, en los Jardines, es aún más radical y se llama directamente Arquitectura experimental. En la selección oficial hay nombres consagrados como Frank O. Gehry y Zaha Hadid, pero también otros desconocidos y un español, el valenciano Vicente Guallart, ya presente en 2006 en la muestra de arquitectura española del MOMA.

El paseo por las salas ofrece sugerencias sin una sola maqueta ni plano. Las propuestas se hacen con nuevas tecnologías y otras disciplinas fronterizas, como el diseño de interiores, paisajismo, instalaciones y performance. O Internet, en el caso de Guallart. Los resultados, naturalmente, son desiguales. Destaca por su memez la sala de un suizo, Philippe Rahm, que crea espacios fríos y calientes con capas de aire, sensación reforzada por el convite a caramelos de eucalipto y guindillas junto a unos tipos desnudos tocando el xilófono.

Esto no es nuevo en Venecia. En los últimos años muchos pabellones tiraban a lo filosófico y se llenaban de palabrería, con vídeos, dibujos fluctuantes y espacios imaginarios. Además salía más barato. Al final, de lo que se trata en cada edición es de inventar una idea-contenedor para luego meter dentro lo que hay por el mundo, los nuevos caminos de la arquitectura. De hecho, algunos pabellones nacionales están en total contraste con el tema general y resultan más académicos, constructivos. Como ejemplo está el propio pabellón de España, una visión amplia de lo que se hace ahora mismo, y el italiano, que se llama Italia busca casa, basado en la necesidad ciudadana de un piso decente.

Al margen de la Bienal y sus 56 pabellones nacionales, los acontecimientos paralelos se multiplican. Destaca el binomio de Zaha Hadid y Andrea Palladio, en el 500 aniversario del nacimiento del arquitecto renacentista. La creadora iraquí ha instalado dos obras de curvas y colores en la Villa Foscari de Palladio. En la isla de San Giorgio, la Fundación Cini expone los trabajos premiados en el prestigioso Tokyo Type Directors Club (TDC), vanguardia del diseño y la tipografía.

Pero la misma Venecia se halla metida en obras importantes. En la torre de San Marcos están colocando unos cimientos metálicos. Está ya en marcha la remodelación de la Punta della Dogana, futura pinacoteca de lujo y motivo de pique entre Guggenheim y Pinault por su adjudicación. Al final se la llevó este último y el proyecto de Tadao Ando toma forma. Finalmente, las dudas sobre la inauguración del puente veneciano del arquitecto Calatrava, se despejaron el viernes al ser inaugurado de manera casi clandestina debido a las críticas. No obstante, el autor se defendió reconociendo satisfacción ante «las muestras de apreció» de los ciudadanos.

Españoles en el escaparate

El pabellón español, comisariado por Soledad del Pino y Ángel Fernández Alba, ha sido generoso y didáctico y ha logrado aglutinar en poco espacio una esencia del panorama arquitectónico propio. En total, 50 nombres. Bajo el título De lo construido a la arquitectura sin papel resalta, por un lado, seis proyectos recientes de arquitectos reconocidos, con salas propias, y dedica un espacio central a crear ventanas, pantallas, donde 15 estudios, algunos de ellos muy jóvenes, exhiben muestras de su trabajo. Esta división marca también el cambio generacional entre «un grupo de maestros que empezaron con papel y tiralíneas y los que sólo han conocido el ordenador».

Entre los seis autores destacados se halla el estudio bilbaíno IMB, de Gloria Iriarte, Eduardo Múgica y Agustín de la Brena. Dedican su sala a presentar los proyectos de la ampliación de la Biblioteca foral de Vizcaya, la estación de Amezola y la iglesia Santa María Josefa de Miribilla. Los otros son Navarro Baldeweg, López Cotelo y Vargas Funes, Llinás, Clotet y Paricio y el equipo RCR de Olot. Pero la presencia española se extiende a otros espacios. El principal es Vicente Guallart, en la selección oficial del Arsenale. Quiere llamar la atención sobre las relaciones entre los objetos a través de la recreación de una casa donde todo está conectado a la Red. El objetivo, según Guallart, es ahorrar energía y mejorar las relaciones sociales. Además, hay cuatro estudios invitados a la sección de Arquitectura Experimental: Cloud 9, de Barcelona; Ecosistema Urbano, de Madrid; los sevillanos Recetas Urbanas y el estudio Husos, de colombianos afincados en Madrid. En el proyecto Everyville, otra de las iniciativas de la Bienal que pedía ideas para un «no lugar que pudiera estar en cualquier sitio», también ha participado Mansilla y Tuñón.

La ministra, con los arquitectos

La ministra española de Vivienda, Beatriz Corredor, inauguró el pabellón de España en la Bienal de Arquitectura de Venecia, al que definió como una muestra del «talento y la innovación» internacionalmente reconocidos de los profesionales de este país.

La exposición, combina trabajos realizados por creadores consagrados con proyectos de jóvenes arquitectos de la generación digital, que no ha conocido el diseño sobre papel.

De ahí el título de la muestra, De lo construido a la arquitectura sin papel, que la ministra calificó de «aportación fundamental» al conjunto de la Bienal, especialmente por su incidencia en aspectos como la eficiencia energética, la sostenibilidad y habitabilidad de las casas y la importancia de la vivienda social y los equipamientos públicos.


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