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MECA- Bruce Springsteen

Radiografía a una banda de leyenda

Arturo García | 17/07/08

El papel de los músicos de la E Street Band se situó entre el protagonismo, el virtuosismo y la eficacia de unos, y la discreción y los destellos fugaces de otros.

La E Street band

Si sobre algo se sustenta el directo de Springsteen es en la labor de sus músicos de la calle E para atrapar la esencia de las composiciones del Jefe y convertirlas en experiencias irrepetibles, una tarea que les ha convertido en la banda de referencia actual del rock and roll en estado puro. Esta es una radiografía, instrumentista por instrumentista, su labor en el concierto y su respuesta ante el papel asignado, aunque resulte inevitable, establecer comparaciones con las diferentes etapas que ha atravesado la formación desde que escoltan y recorren los escenarios con el Boss.

La selección de las casi 30 canciones interpretadas hizo del concierto un homenaje en toda regla a la historia de la E Street Band: fue un repaso que se detuvo en todos sus discos en común, con presencia de temas extraídos de todas las grabaciones compartidas por artista y músicos, unos con más años de brega junto al líder, otros, con menos horas de vuelo.

BRUCE SPRINGSTEEN | Energía descomunal

Como ya evidenció en el concierto de Barakaldo, Springsteen atraviesa un gran momento de forma y es él el que tira de la banda más que nunca con una actitud y unas maneras sobrehumanas y suicidas al borde de los 60. Su actitud en directo es un derroche desde el primer paso que da sobre el escenario. Arrasa con la voz, se vuelca generoso hacia el público, destripa la guitarra sin compasión, se desgañita y ejecuta las piezas como un coloso que a la quinta canción ya está por los suelos y que no deja de jalear y buscar la complicidad con un público que realmente sólo estalló en momentos puntuales como Badlands, Radio Nowhere, Hungry Heart, Born to Run o Bobby Jean y que en el resto de piezas se dejó llevar salvo las entusiastas y volcadas primeras filas.

STEVE VAN ZANDT | Carisma en la apatía

Van Zandt se ha ido, gira a gira apagando como una bombilla, y comparece como si se le hubieran fundido los plomos. Toca como ausente, actitud que choca aún más cuando sus escasas irrupciones estelares (sus fieros punteos de Prove it all night, los coros de Long Walk Home) son jaleados por un público que no olvida su carisma y ascendente en la banda en la etapa gloriosa del grupo. Sus juegos vocales se han diluido y su deplorable forma física le va situando cada vez más cerca de Homer Simpson. Sin embargo, su presencia y su imagen de pirata al borde de la fechoría siguen dando juego porque su presencia pesa.

CLARENCE CLEMONS | La huella del tiempo

La edad y el paso del tiempo han hecho mella en la salud física de Clarence Clemons como en ningún otro integrante de la banda. Big Man dosifica sus apariciones estelares, beneficiadas por un repertorio muy en la línea de la gira Born in the USA donde su protagonismo era tan espectacular como merecido al saxo, cuando sus solos y sus bramidos eran el detonador que disparaba las canciones hacia la épica embriagadora. Los achaques le obligan a permanecer sentado buena parte del concierto y le impiden ya, como antaño ser el alter ego de Bruce en bromas, chanzas y juegos.

GARRY TALLENT | Inconmensurable

Si hay alguien hoy en la E Street Band que sujeta las canciones del Jefe ésa es su base rítmica. Tallent y Weinberg están simplemente soberbios toda la noche y mantienen en pie las canciones, algunas de ellas, desgastadas o lastradas por la falta de arrope de otros instrumentos. Tallent es un portento que confiere sentido y recorrido a las canciones. Todo lo toca con brío y rigor, con escuela y eficacia, su labor resulta impagable.

MAX WEINBERG | Un coloso a la pegada

El otro misterio de la naturaleza en la banda junto a la estratosférica forma física del Boss es entender cómo Weinberg puede seguir abrumando los sentidos del personal con unas embestidas que no ha podido doblegar el paso del tiempo. Pese a que la experiencia le haya dotado de más técnica para dosificar esfuerzos no escatima una sóla sacudida, un sólo ritmo propio de apisonadoras. Lo de Atlantic City fue uno de los grandes momentos de la noche, sencillamente de un portento. Lo resumía un cartel que exhibía alguien entre el público: Max, you rule.

ROY BITTAN | Destellos sueltos

La labor del profesor al piano es otra que con los años ha ido cediendo protagonismo aunque todavía genera hermosos destellos que recuerdan su gran presencia en las grandes odas urbanas y los rocanrolles impetuosos hasta 1981. Se lució y brilló con las teclas en Because the night, Growin' up y esa maravilla que es Incident on 57th Street, la gran joya oculta de la noche. Se colgó también el acordeón del fallecido Danny Federici en Sandy, otra de las piezas más sentidas de la velada.

NILS LOFGREN | Empaque en los solos

Ha recuperado protagonismo respecto a la primera parte de la gira y ha ido ganando peso y presencia en escena, aunque sus solos y apoyos vocales y rítmicos se celebran por parte del público menos que los de Van Zandt, pese a que su papel real en el plano musical sea hoy por hoy superior al que lleva a cabo Steve. Hizo duelos vocales con el Boss menos aplaudidos que sus solos, como en la festiva Darlington County, sentados ambos en la tarima, y ejecutó estupendos punteos de guitarra en Tunnel of Love o, muy a la manera de Neil Young en Because the night, con parte del grupo en círculo alrededor de Max, punteo que deslució con innecesarias acrobacias y giros circenses que no aportan nada a su trabajo. Estuvo siempre atento a los pasos y los movimientos de Springsteen con una actitud de escudero encomiable.

PATTI SCIALFA | La mujer del jefe

Desde un punto de vista estríctamente musical su protagonismo resulta incomprensible e injustificado a cualquiera que tenga ojos y quiera ver. Su presencia, de entrada, fue la gran sorpresa de la noche porque apenas sí se la ha visto en los conciertos de la gira. Sus duetos acaramelados con su marido al micro proporcionaron una de esas estampas idílicas con tanto ascendente entre determinado sector del público. No se supo más de ella hasta Because the night y al final, también con otra pieza del Tunnel, el rocoso Tougher than the rest que sonó envarado. Su labor con la guitarra es irrelevante y vocalmente no es, ni de lejos, la sombra de lo que era cuando sus coros eran arrebatadores, como en las giras del 85 y el 88. Su presencia invisible en primer plano, junto a la de Van Zandt, convirtió ese corner en una zona ciega, incapaces ambos de captar la atención del respetable, algo para lo que ya está Springsteen con su inagotable panoplia escénica.

SOOZIE TYRRELL | Relegada

La presencia en primer plano de Patti obligó a relegar su figura al segundo plano, atrás junto al piano, el lugar que ocupaba Tallent en 2007. Pese a su dinamismo y sus ganas, su violín apenas tiene protagonismo en este repertorio salvo en American Land o Rising. Con la pandereta le dio sopas con onda a su jefa y sin embargo amiga, véase la actitud de ambas en el fin de fiesta de Twist &Shout: como el día y la noche.

CHARLES GIORDANO | La discreción total

Tiene que lidiar con el papel más ingrato, la imposible tarea de sustituir al fallecido Federici al órgano y teclados. Lo mejor que se pudo decir de él es que pasó desapercibido, eso sí, de diferente manera a las de Van Zandt o Scialfa.


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