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«Por fin venimos a Anoeta a disfrutar y no a sufrir»

EFE | el 16/07/08

Las inmediaciones de Anoeta fueron recibiendo a los devotos del 'Boss', que se tradujeron en 40.000. El calor pasó factura a los seguidores más tempraneros.

Datos de interés
  • Concierto: Bruce Springsteen
  • Cuando: 15 de julio
  • Dónde: En el Estadio de Anoeta
  • Gira en Madrid: 17 de julio
  • En Barcelona: 19 y 20 de julio
Los primeros en la cola

Cuando aún faltaban horas para el ansiado concierto del Boss, Anoeta iba recibiendo a centenares de fans que, a pesar del intenso calor, no dudaron en esperar pacientemente en las inmediaciones del estadio. La mañana amanecía tranquila, con una treintena de fans agolpados a las puertas de una de las entradas, pero sólo unos poco -tres concretamente- pasaron la noche. Alguien debía guardar el sitio, y es que a las siete de la mañana tocaba diana, había que comprobar la lista. La recompensa de estar allí, a la intemperie, era clara, permanecer los primeros y hacerse con la ansiada pulsera, no estar era motivo para la eliminación.

Mientras el barrio de Amara iba tomando cuerpo, preparándose para la gran cita. Los bares se abastecían de cerveza y anunciaban bocadillos a bombo y platillo, la estación de autobuses de Pío XII recibía a seguidores venidos de muchas ciudades del norte, que con banderas y camisetas ponían rumbo al estadio. Springsteen ya se sentía en Anoeta.

Alguno no podía disimular su nerviosismo. Hubo quien se animó a emular al Boss, con sus cadenas anudadas al cuello, llegando a tararear el Born in the USA ante el regocijo de los allí congregados. Inquebrantable, el donostiarra José Ortega seguía al pie del cañón. El sol molestaba, con lo que no dudó en colocar su jersey a modo de sombrero. «Después de mucho tiempo por fin venimos a Anoeta a disfrutar, y no a sufrir, que la Real nos tiene muy mal acostumbrados», manifestaba. Éste será su decimoquinto concierto siguiendo los pasos del de New Jersey. «Mañana mismo me voy para Madrid, una leyenda no pasa por aquí todos los días, hay que aprovechar», añadía.

A eso de las tres de la tarde, el medio millar de personas que aguardaban la apertura de puertas, que se produciría a eso de las seis y media, estallaba en jubilo al saberse propietarios de la esperada pulsera, que les permitiría gozar de un espacio privilegiado en la pista del estadio. Entonces, la espera había merecido la pena. Un italiano que llevaba la voz cantante, con perfecto castellano, animó a los seguidores a que se marcharan a tomar algo y a descansar, avisándoles de que la organización les requeriría de nuevo a las cinco de la tarde para que todo estuviera en orden y no se produjeran despistes.

Pero para Mikel, pamplonica de 28 años, la idea de abandonar la fila no le seducía demasiado. «Vine el domingo a las 4 de la tarde, no es momento de perder la fila de vista», apostillaba. Y es que el de Iruña ha visto todos los conciertos del viejo roquero desde 1999, cada vez que comenzaba gira española». A juzgar por estos datos, ellos sí que son incondicionales.

Llamó la atención la numerosa cantidad de cartulinas que portaban los devotos del rockero, que utilizaban éstas para mandarle mensajes muy directos. «Bruce, maite zaitut», decía una de ellas. Otros las utilizaban para proponerle que sonaran determinadas canciones en el show, ya que al parecer, el jefe suele atender las peticiones de sus fans. Todo un detalle para con sus seguidores.


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