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Almodóvar - Penélope Cruz

Almodóvar: «'Los Abrazos Rotos' es una declaración de mi amor al cine»

Chusa L. Monjas | 14/03/2009

El director manchego estrena el miércoles 'Los abrazos rotos', su decimoséptima película y la cuarta con Penélope Cruz.

Entrevista a Pedro Almodóvar

Pedro Almodóvar es consciente de lo que le espera. Con dieciséis lanzamientos a sus espaldas, el cineasta español más universal está preparado para el estreno mundial de la mayor aventura cinematográfica en la que se ha sumergido hasta ahora, 'Los abrazos rotos'. La productora que posee junto a su hermano Agustín, El Deseo, bulle de actividad. El teléfono no para de sonar y es incesante el trasiego de quienes quieren recoger entradas para asistir a la premiere de una película que bebe de diferentes géneros y que supone el reencuentro del director manchego con la oscarizada Penélope Cruz. A punto de entrar en los sesenta y recién llegado de unas breves vacaciones en Túnez, Almodóvar confiesa, entre sorbo y sorbo de té, que no ha logrado descubrir el secreto de esa pareja que un día vio tumbada en una playa de Lanzarote y que sirvió de origen del filme. Un trabajo que ya se ha vendido en todo el mundo y que se exhibirá en 240 salas españolas a partir del miércoles próximo.

- En 'Los abrazos rotos' hay una declaración del compromiso del cineasta con su obra.

- No doy lecciones morales. El mío es muy estricto, pero no pongo en evidencia al que hace películas de encargo, para vivir. Yo sería incapaz, no sólo por razones morales, sino por mi formación. Empecé por una vocación salvaje rodando en super 8 Pepi, Luci Boom... Trabajaba en Telefónica y tardé un año y medio, pero estaba decidido a terminarla como fuera.

- ¿Nunca ha admitido interferencias?

- No. Escucho las ideas de otros, pero la obra pertenece al que la gesta. En mi caso, soy director y guionista, figuras que en Estados Unidos no pintan nada porque el que allí tiene los derechos de autor es el productor. En Europa, las decisiones que afectan a la integridad de la película son del director, un derecho que tiene que estar muy claro porque con la tecnología actual se puede alterar la obra. Un filme puede ser lo contrario de lo que uno pretende si se eligen equivocadamente las tomas.

- Su película está marcada por la duplicidad. Todos los personajes son lo que no quieren ser, de ahí el doble nombre del director ciego Mateo Blanco-Harry Caine (Lluis Homar) y la doble vida que lleva Lena (Penélope Cruz).

- Es uno de los elementos clave de la narración. Pero todas las duplicidades se unen y son una misma cosa porque uno no puede huir de sí mismo.

- Por cierto, Harry Caine es un nombre muy cinematográfico.

- Es un seudónimo que inventé para mí por mi deseo de cambiar, de recuperar cierta frescura y libertad. Me gustaría poder hacer una película con otro nombre, a lo mejor lo hago algún día, sin tener la responsabilidad y la presión de ser Almodóvar .

- Mateo-Harry sufre la peor pesadilla que puede vivir un cineasta, quedarse ciego.

- Lo escribí en un momento de mi vida en el que me contaba historias a mi mismo para pasar el tiempo. Mi alter ego era ese director. No voy a contar mis dolores de cabeza -recalca que, afortunadamente, se le han pasado-, pero de ahí nace este personaje al que luego convierto en un ser muy activo. Desde que hice Carne trémula tengo mucha experiencia con minusválidos y es impresionante la fuerza que tienen cuando deciden salir. Mi peor pesadilla no es quedarme ciego, sino dejar una película inconclusa.

- Este hombre está implicado con su profesión, aunque al final el amor se impone a su carrera. De vivir una situación similar ¿haría usted lo mismo?

- No. No me entregaría a una pasión amorosa y carnal, y lo digo con pena porque uno debe entregarse a la pasión. Pero me reconozco en todos los personajes porque, aunque es una película muy novelesca, mi biografía está ahí.

- Ha confesado que su protagonista femenina, Lena, una mujer que hace todo lo posible por convertirse en una buena actriz, es la que le resulta más familiar.

- Sí. Tenemos el mismo origen social, humilde, y los dos trabajamos en una oficina. Yo quería ser director y confieso que tuve menos dificultades que ella para ser actriz, aunque también me tendieron trampas.

- Es la cuarta vez que manda a Penélope Cruz.

- Ha sido un trabajo complicado porque ella no tiene referencias sobre este tipo de fracasos. Había que sacar el dolor y, como hago siempre con todos los actores, le pedía permiso para revolver en sus entrañas. Estaba advertida, pero algunas escenas fueron difíciles porque como ella no es una actriz técnica, sino visceral, todo pasa por su conciencia y su corazón.

- Ayudaría lo buenos amigos que son.

- Eso es una suerte, pero también hay que tener cuidado porque Penélope tiene una fe ciega en mí. Todos mis actores confían en mí, pero como ella, ninguno.

- Es su película más cinematográfica y se ha decantado descaradamente por actores de teatro -Homar, Blanca Portillo y Carmen Machi-. ¿Por qué?

- Eran los adecuados para los papeles. Son intérpretes versátiles, dúctiles, no están mecanizados por la disciplina del teatro, entienden la intensidad de primer plano. Son tan buenos que no me ha costado rebajarlos.

- Es conocido lo exigente que es en el trabajo. Sus actores lo dan todo, pero dicen que usted siempre es el que más da.

- Lo mío es de una intensidad abrasiva. No me doy cuenta que entro en una especie de trance, parece que estoy endemoniado. Como no me queda recuerdo, siempre llevo a una persona a mi lado apuntando todo lo que digo, explico y pregunto.

- Cuando se mira el espejo, ¿ve al señor que quería ser?

- Quería hacer cine en cualquier circunstancia. Nunca pensé que podría vivir del cine, pero tenía claro que quería dedicarle mi vida y para eso tenía que pagar el precio de ser underground, minoritario. He ido mucho más allá de lo que soñaba.

- ¿En qué momento de su carrera está?

- Noto la experiencia de lo que he hecho, pero no tengo seguridad, vivo en la misma incertidumbre que cuando hice mi primera película. Me gustaría volver a empezar. He ganado en madurez, pero ésta me ha alejado de la comedia. Todos me piden que haga una, y me he desahogado con el corto La concejala antropófaga, con una Carmen Machi que me ha inspirado mucho. Ha sido muy refrescante.

- ¿Por qué en lugar de recurrir al recuerdo de sus películas antiguas no hace una del mismo tono?

- Porque mi estilo cada vez es más grave. Me interesa cultivar más la pasión lúdica y delirante de mis personajes, pero mi tipo de vida me aleja de esto. Mis dolores de cabeza me han aislado mucho, no comparto las cosas. Uno se nutre de su propia vida y la mía, al ser interior, me ha llevado a un cine más íntimo y desgarrador. Me he alejado de la alegría de vivir. Lo que sí me he vuelto es más flexible, al entender que mi próxima película no tiene que ser mejor que ésta. No tengo que hacer la mejor película de mi vida.


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